EL DIARIO MONTAÑÉS nos ha hecho un reportaje y estamos profundamente agradecidos de que dé voz a estos actos tan importantes para las familias.

 

A continuación, te dejamos el reportaje completo:

Una última travesía, con todas las de la ley

Despedirse nunca fue fácil. Hay dolor. Requiere tacto. Intimidad. Respeto a unos deseos, a un duelo. A unas últimas voluntades o a la decisión de los más próximos pensando en lo que más le gustaría. El mar es una opción para el descanso eterno. Mucho simbolismo (libertad, fluir, la inmensidad, sosiego…). Pero, en este caso, además de todo lo anterior, también se requiere permiso. Cumplir una normativa, en lugares concretos. Aunque a menudo se haga –porque se hace– al margen de las normas, no está permitido arrojar las cenizas de un difunto sin autorización (puede acarrear multas). «Nosotros ofrecemos una solución legal e íntima», explica David Zapico, de la empresa ‘Hacia el mar’. Trabajan en distintos puertos de España. Sobre todo, en el norte. Y también en Santander. El servicio básico incluye la navegación, una ofrenda floral, depositar la urna en el mar y la entrega de un certificado de coordenadas con la referencia exacta del punto en el que se dejaron las cenizas.

*Precio: 495 euros (IVA incluido). Si uno desea añadir algo (un músico, un maestro de ceremonias…), se añade a esa cifra.

La empresa de Zapico y de su socio, Sergio Quince, lleva unos tres años en Cantabria –en la página web de Los Reginas, por ejemplo, también se ofrece la opción ‘cenizas en el mar’–. Ellos empezaron en Gijón (son de allí) y han ido expandiéndose (Bilbao, Avilés, La Coruña, San Sebastián, Mallorca, Barcelona…).
Aquí trabajan con Funeraria La Montañesa y Albia Santander. Ellos y sus colaboradores cuentan con los permisos para actuar en las zonas determinadas de los puertos donde se pide la autorización. Además, presentaron una declaración responsable en Capitanía Marítima.

El lugar en el que se depositan las cenizas, de una media milla, está cerca de la isla de Mouro, saliendo ligeramente a mar abierto. Ofrecen una embarcación de seis personas y otra de hasta doce (un catamarán). Se busca ese concepto de intimidad. Salen de Marina de Santander, en Raos, tras unas instrucciones de seguridad y una vez comprobado que las condiciones son aptas para la travesía. Con la navegación incluida (el ir y el volver), son «unas dos horas y media».

Una vez en el lugar, «se paran los motores y se acompaña a la comitiva a la zona adecuada de la embarcación que dependerá de las condiciones del viento».

Además de la deposición, «se tiran pétalos» (es lo que se puede hacer según la normativa, aseguran) y se entrega ese certificado con las coordenadas. «Las urnas que se emplean se disuelven en el agua y las cenizas se diluyen para depositarse finalmente en los fondos marinos como si de arena se tratase», explican en su página web, en la que dejan claro que, de forma controlada y en espacios definidos, la actividad «no tiene impacto ecológico en el medio» (uno de los motivos por los que está regulado).

«Cada servicio es personalizado. Hay familias que llevan un camarero para que sirva un vino o un pequeño catering, otras contratan un maestro de ceremonias durante el acto o les acompaña un violinista o un guitarrista…». Ellos, en ese caso, ponen en contacto a sus clientes con las personas con las que trabajan, con sus colaboradores. Pero claro, el espacio en la embarcación es el que es. Hay que tener en cuenta la capacidad del barco y el número de asistentes.
Es la ceremonia de despedida (también las hacen para el adiós a las mascotas) y las de recuerdo. «Ofrecemos un servicio para conmemorar el aniversario del fallecimiento de un ser querido que sus cenizas hayan sido depositadas en el mar. De este modo, los familiares y allegados que lo deseen, pueden acudir al lugar donde las cenizas han sido entregadas para brindarle un homenaje», puede leerse en su oferta de servicios.

Más costumbre

¿Es habitual esta práctica en Santander? A día de hoy, no demasiado.  «Al principio, aquí no ha habido mucha demanda, aunque sí que hemos organizado algunas ceremonias», explica el responsable de la empresa (no hay que olvidar que la pandemia y sus limitaciones han estado muy presentes en el tiempo en el que ellos han empezado a ofrecer el servicio). De hecho, en las funerarias explican que se trata todavía de «una práctica residual», aunque va teniendo presencia. «En otros sitios sí que está teniendo más tirón. Es también cuestión de que la gente lo conozca», apunta Zapico, que asegura que están «encantados de colaborar con todo el mundo» en torno a ampliar la lista de empresas de servicios funerarios con las que trabajan en Cantabria. ¿Y qué dicen las familias? ¿Cómo lo valoran? Zapico habla de un grado de satisfacción, en general, «alto». «Tras cada servicio –relata– mandamos una encuesta para valorarlo y lo que palpamos es que la gente, en general, queda muy contenta. Sobre todo porque intentamos que sea un servicio cercano y con ese carácter personalizado».

Más información sobre Arrojar Cenizas al Mar

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