Cuando la vida de un ser querido se apaga, nos entran muchas dudas sobre cómo seguir adelante sin esa persona o sobre qué manera rendirle homenaje, asegurándonos de que su memoria perdure. Es un proceso duro y lento en el que nos costará adaptarnos a una nueva etapa de nuestra vida. Por ello, una de las cuestiones más comunes en estos casos es donde poner las cenizas de un difunto en casa.

¿Dónde colocar una urna en casa?

En la mayoría de las situaciones, la familia, pone las cenizas de un fallecido en una urna decorativa en casa, optando por elegir un lugar seguro y sereno, que les brinde paz. Las urnas funerarias, por lo general, suelen situarse junto a una fotografía, recordando y honrando a la persona que ya no se encuentra con nosotros.

Un espacio reservado en una habitación especial para el fallecido, en una estantería o en una cómoda, puede ser una opción para añadir la urna de cenizas de un ser querido, o en una estancia donde la familia realice sus reuniones habituales (el salón o la sala de estar) de modo que la persona esté de alguna forma presente en los encuentros y actividades familiares cotidianas.

Otra opción puede ser en la entrada de la casa, siendo este un lugar de paso obligado para la familia y amigos que visitan el hogar y es una forma de mantener la presencia de la persona fallecida, ya que su recuerdo está desde el primer momento que se accede a su vivienda.

También es frecuente colocar la urna cineraria en el jardín de casa, estableciendo así una conexión especial con la naturaleza. Esto ofrece una significativa conexión con la tierra y la vida, proporcionando un sitio de descanso final en armonía con la naturaleza cercano a la familia.

¿Qué es lo mejor que se debe hacer con las cenizas de un difunto?

Muchas familias mantienen las urnas durante el tiempo adecuado en casa, siguiendo un proceso de duelo significativo para conseguir la adaptación a una nueva situación.

Pero también, tras un periodo de tiempo, se considera como alternativa la idea de arrojar las cenizas al mar, siendo esto como un homenaje singular y enraizado en la naturaleza para el último homenaje de su ser querido. Este acto simboliza un regreso a los elementos, permitiendo que las cenizas del ser querido se mezclen con las aguas que abrazan la vastedad del océano. Cada vez que las olas acarician la costa, se convierten en un recordatorio constante de la persona amada que partió, creando un lazo eterno con la inmensidad del mar.

Esta opción no solo proporciona un tributo permanente, sino que también ofrece la oportunidad de realizar un emotivo homenaje al fallecido en el momento adecuado para la familia. Cuando sea el momento propicio, organizar una ceremonia para tirar cenizas al mar puede convertirse en un acto significativo y conmovedor.

Celebrando una ceremonia íntima y respetuosa, según sean los deseos de los familiares que estén allí presentes. Para que cada vez que vemos el mar, recordemos a la persona querida que se ha ido, estableciendo así un vínculo eterno con su memoria.

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La elección del espacio para una urna funeraria en casa o la entrega de cenizas al mar es una decisión profundamente personal. Ya sea en el centro de la vida cotidiana o en un rincón tranquilo, lo esencial es que las familias sientan consuelo y serenidad, encontrando en este gesto un tributo significativo que perdurará en el tiempo. Un tributo permanente, un vínculo eterno.

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