¿Cuál es la ceremonia de funeral de menor impacto medioambiental?

Dignificar el fin de vida de una persona es importante. Porque esa persona era valiosa y porque los que le echarán de menos desean una despedida especial para su familiar.
Los estudios dicen que la forma más ecológica de descomponer el cuerpo de un fallecido es tirar el cuerpo a ultramar. Este método no es legal actualmente (salvo excepciones de fallecimientos en barco y riesgo sanitario) en la mayoría de los países occidentales.

Lo habitual es elegir entre inhumación e incineración, ¿qué es más sostenible? Depende del proceso.

Como en todas las actividades humanas hay que ver toda la cadena de valor. A primera vista, la inhumación puede parecer más ecológica que la incineración, sin embargo, las ceremonias de inhumación también generan impactos en nuestro medio ambiente.

La Fondation Services Funéraires de París, en 2017, realizó un análisis que tiene en cuenta todo el ciclo de vida del servicio realizado mediante el análisis de materias primas, logística, procesos diversos, uso de energía, residuos, etc. El estudio evalúa los dos sistemas (inhumación y cremación) en términos de impacto sobre las emisiones de efecto invernadero.

Inhumación

La inhumación directa en suelo, sin nicho o lápida, ni monumento funerario, tiene un impacto ecológico ligeramente menor que una cremación. Sin embargo, la inhumación habitual con construcción de una bóveda y la instalación de un monumento funerario, que suele ser importado, tiene un impacto ecológico superior (según los datos del estudio puede suponer 5 cremaciones). De nuevo, debemos considerar que esto no es siempre así, que depende del tipo de monumento funerario y de la instalación creada para dar sepultura. El proceso de fabricación del hormigón es muy intensivo en energía, sin embargo, también se pueden generar instalaciones para la inhumación usando materiales más ecológicos.

La materia prima con la que se realizan los monumentos funerarios, si es de importación, tiene asociada una huella de carbono elevada, sin embargo, si estas materias primas tienen un origen más cercano, su impacto disminuye significativamente (en Europa, tristemente, la mayoría de las materias primas para la fabricación de monumentos funerarios, como de la mayoría de las construcciones, son de importación).

La inhumación directamente en la naturaleza puede parecer una solución (este proceso no es legal) pero se debe tener en cuenta que la descomposición de la materia orgánica de una persona fallecida genera lixiviados y otros compuestos que pueden contaminar los suelos y acuíferos y esto puede suponer un problema medioambiental y de salud. Como en muchas actividades depende de la proporción. Seguramente, si solo se entierra un cadáver disperso en la naturaleza no supone un problema, pero la superpoblación de la especie humana nos condiciona. Además, el traslado del cuerpo y la familia a un área natural también supondría un impacto.

¿Serían necesarios caminos? ¿Cómo se realizaría el espacio en la tierra?… En cualquier caso, siempre supondría un impacto y, si la actividad se realiza muchas veces, el impacto se multiplicaría. El problema de la superpoblación de la especie humana subyace de nuevo.

Otros Métodos

La Hidrólisis alcalina, un método que consiste aplicar a los restos mortales presión, con una mezcla de hidróxido de potasio y agua a 170 °C, también puede valorarse como una acción para la descomposición de un cuerpo. Tras este proceso, el único residuo sólido que queda es una sal de fosfato cálcico procedente de los huesos, pero cada cuerpo genera unos 400 litros de líquidos con un PH muy alto, que necesitan un procesado especial para introducirlos en la red de alcantarillado

La ‘Promession’ consiste en congelar el cuerpo, romperlo y licuarlo para obtener un producto de materia orgánica que es necesario incinerar. Este método implica un doble procesado con el consumo energético asociado.

Incineración

En la incineración se produce una emisión de CO2 asociada a la descomposición de la materia orgánica y a la combustión de la fuente de energía que se aplica en el horno. Además, se emiten otros gases de efecto invernadero y, dependiendo del tipo de horno y filtros que utilice, pueden emitir partículas y metales pesados a la atmósfera.
Sin embargo, la mayoría de los hornos crematorios usan tecnologías y métodos para que el impacto de las cremaciones sea el mínimo posible. La incineración de los cuerpos a temperaturas elevadas, el uso de filtros que retienen partículas y metales pesados hace que en la mayoría de los casos el impacto medioambiental de una incineración sea menor que el de una inhumación. Las empresas de servicios funerarios aplican multitud de medidas para disminuir sus emisiones: análisis de la vestimenta de los fallecidos, uso de féretros ecológicos, control de posibles dispositivos tipo marcapasos, uso de materiales libres de formaldehidos… En España, la regulación de los límites de emisiones, los controles sobre las mismas y el tipo de ataúd que se debe de usar en el proceso es responsabilidad de cada comunidad autónoma. Pero la mayoría de las empresas de servicios funerarios ya aplican exigentes medidas correctivas para que la incineración cause el menor impacto posible.

Tras la incineración, las familias recogen las cenizas y deciden si custodiarlas, llevarlas a un cementerio o dispersarlas. Una alternativa ecológica es arrojar las cenizas al mar de forma adecuada, realizando un homenaje singular y enraizado en la naturaleza para el último adiós de su ser querido.

Si quieres saber más sobre cómo tirar cenizas al mar, puedes contactar con nosotros, te asesoraremos sin compromiso.

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